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Tigre Salvaje: Un Viaje al Corazón del Rescate de Tortugas y Vida Silvestre en Punta Burica

Autor: Sam John Valdés | Publicado: noviembre 24, 2025

Reportaje realizado en 2020. Crónica del proyecto Tigre Salvaje, su labor de rescate de tortugas marinas y la lucha por conservar la fauna de Punta Burica.

David Teichmann

Introducción y contexto

En el año 2020 recibí una invitación inesperada pero muy especial: documentar un evento de liberación de tortugas marinas en un rincón poco conocido de Puerto Armuelles, en la provincia de Chiriquí. A pesar de que mi especialidad nunca había sido grabar videos, la oportunidad fue única, no solo por la liberación en sí, sino por conocer el proyecto Tigre Salvaje, un esfuerzo de conservación que llevaba años luchando por proteger las especies más amenazadas de la zona.

El camino hacia Tigres Salvajes

El trayecto hacia el proyecto fue una experiencia en sí misma. Cargaba mi mochila repleta de cámaras, baterías, trípodes y accesorios. La caminata fue larga, exigente y físicamente agotadora. El terreno se volvió cada vez más complicado: lodo, pendientes, raíces resbalosas y pequeños afluentes que debí atravesar con cuidado.

A pesar del esfuerzo, cada paso valió la pena. En cuanto comencé a escuchar el sonido del mar supe que estaba cerca. Después de casi dos horas de caminata, finalmente llegué a un letrero de madera que decía: "Bienvenidos a Tigre Salvaje". Era un recordatorio de que muchos de los lugares que fotografiaba o mostraba en redes sociales no eran de fácil acceso; detrás de cada imagen había cansancio, sudor y una enorme pasión por la naturaleza.

Punta Burica Chiriquí


La liberación de tortugas

Aunque soy biólogo, hasta ese momento nunca había presenciado en persona un evento de liberación de tortugas marinas. El día estaba gris, el cielo completamente nublado, lo cual para mí fue perfecto: ese tipo de luz suave era ideal para fotografías de larga exposición.

David Teichmann, director del proyecto y quien llevaba un riguroso registro de nacimientos desde 2006, se preparó para abrir uno de los nidos. Durante días previos ya había liberado tortugas verdes, una especie poco frecuente en la zona; meses atrás incluso habían liberado tortugas carey, aún más escasas y en peligro crítico.

Cuando abrió el nido, comenzaron a salir uno a uno los neonatos de tortuga lora. Su tamaño diminuto contrastó con la hazaña que estaban a punto de emprender: llegar por primera vez al mar, donde solo una de cada mil sobreviviría a la vida silvestre.

Presenciar ese momento me conmovió profundamente. La dedicación de David y de su esposa Vielka se hizo evidente en cada detalle: desde cómo manipulaban los huevos hasta la forma en que registraban cada nacimiento, cada especie y cada fecha.

Liberación de tortugas marinas en Punta Burica, Chiriquí


Fotografía y ambiente

Al finalizar la liberación, todavía quedaba mucha luz, así que aproveché para fotografiar la playa y las rocas de la costa. Gracias al clima nublado, pude experimentar con filtros ND y exposiciones largas, logrando ese efecto mágico de "agua como niebla" que se ve en revistas especializadas.

El atardecer fue tenue pero hermoso. Las nubes, aunque espesas, dejaron pasar algunos tonos cálidos que contrastaron con el azul del mar. Planeaba tomar fotografías nocturnas con estrellas, pero la nubosidad lo impidió. Aun así, el ambiente fue perfecto para documentar el lugar.

Esa noche compartí una cena agradable con la familia. Entre la conversación, surgieron relatos sobre los numerosos obstáculos que habían enfrentado para mantener el proyecto: falta de apoyo institucional, trabas burocráticas, denuncias ignoradas y la presión constante de la deforestación.

Entrevista con los fundadores

A la mañana siguiente, Vielka y David accedieron a ofrecerme una entrevista para documentar de manera más profunda el trabajo del proyecto. También se sumó uno de los colaboradores de la finca.

Vielka, una mujer determinada y apasionada, explicó que el proyecto Tigres Salvajes había nacido 17 años antes, motivado por la urgente necesidad de conservar la fauna cada vez más escasa en Punta Burica. El primer rescate que realizaron fue el de una tigrilla (un pequeño felino), a la cual habían cazado a la madre para vender la cría como mascota. Ese fue el origen del nombre del proyecto.

Explicó cómo las personas de la zona solían capturar monos, iguanas y otras especies para venderlas. Esa práctica, unida a la deforestación acelerada, estaba acabando con la fauna local. La falta de educación ambiental era evidente, por lo que el proyecto comenzó a enfocarse no solo en rescates, sino también en programas de educación para las comunidades cercanas.


Vielka Teichmann


El vivero y el programa de incubación

Uno de los pilares del proyecto era el vivero para incubar huevos de tortuga marina. Vielka me explicó detalladamente el proceso:

  1. Realizaban caminatas nocturnas para localizar nidos.
  2. Extraían los huevos cuidadosamente, evitando moverlos demasiado durante las primeras horas.
  3. Replicaban el nido con exactitud dentro del vivero, calculando la profundidad y la temperatura.
  4. Registraban fechas, especies, número de huevos y condiciones ambientales.
  5. Monitoreaban los nidos entre 40 y 60 días, dependiendo de la especie.

Incluso habían implementado un sistema de compra de huevos para evitar que fueran vendidos en cantinas o mercados. Pagaban 10 centavos por cada huevo rescatado y otorgaban un incentivo adicional por cada tortuga nacida. Esta estrategia no solo protegía la especie, sino que daba un ingreso alternativo a pescadores locales.

La visión de David Teichmann

David, un extranjero que llevaba 20 años viviendo en Panamá, relató cómo había visto la degradación ambiental en distintas zonas del país. Contó que al principio creyó que ANAM (hoy MiAmbiente) apoyaría el proyecto, pero con los años descubrió que no había interés ni respaldo.

Su motivación surgió de un profundo sentido moral: proteger lo último que quedaba de flora y fauna en Burica. Mostró cómo muchos de los animales que antes abundaban ya no existían en el área: monos aulladores, iguanas, cambutes, aves, serpientes y pequeños mamíferos.

También mencionó un proyecto de ciencia ciudadana que estaban intentando desarrollar: recolectar especies marinas pequeñas que aparecían en la costa, algunas posiblemente nuevas para la ciencia, con la esperanza de que investigadores de otros países acudieran al lugar.


mono ardilla chiricano


Antes y después de Punta Burica

Vielka me mostró una fotografía aérea de 2006. Era un paisaje impresionante: bosque continuo, corredores biológicos intactos, playas amplias y vegetación densa. Luego comparó esa imagen con la actualidad. La diferencia fue impactante.

Gran parte del bosque había desaparecido, reemplazado por plantaciones de palma aceitera. Los monos ya no podían desplazarse por árboles; ahora debían cruzar carreteras, exponiéndose a ser atropellados. Muchas quebradas habían sido alteradas, afectando la disponibilidad de agua y la vida acuática.

El deterioro fue tan evidente que cualquier persona podía comprobarlo fácilmente observando imágenes satelitales.

Deforestación en Punta Burica


Educación ambiental

Una parte fundamental del proyecto consistió en llevar a los niños de las escuelas a las liberaciones de tortugas. Querían que las nuevas generaciones crecieran con conciencia ambiental, algo que ellos mismos no recibieron de pequeños.

Incluso habían creado un cuento ilustrado titulado "La mamá tortuga muy valiente", donde explicaban el proceso de nacimiento y el viaje hacia el mar. Su meta fue generar un cambio cultural en las comunidades, comenzando por los más jóvenes.

Conclusión

Lo más sorprendente fue que, a pesar del enorme impacto del proyecto —más de 100 000 tortuguitas liberadas en 17 años—, no habían recibido apoyo institucional. Todo lo financiaban con recursos propios, pequeñas donaciones y mucho esfuerzo físico y emocional.

Salir del proyecto después de escucharlos me dejó una mezcla de admiración y preocupación. Admiración porque su dedicación fue genuina y heroica. Preocupación porque quedó claro que sin esfuerzos así, Punta Burica perdería lo poco que le quedaba de vida silvestre.

A esta reflexión se suma un hecho doloroso: David Teichmann falleció en 2021, dejando un vacío enorme en la conservación de la zona. Hoy, en 2025, desconozco cuál es la situación actual del Refugio Tigre Salvaje, si continúa activo o si su labor quedó detenida con la partida de quienes lo lideraban. Esta incertidumbre solo reafirma cuán frágiles pueden ser los esfuerzos de conservación cuando dependen de la voluntad y sacrificio de unos pocos.

Espero que compartas las entrada😎. ¡Gracias!

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