Introducción
El profesor Víctor Martínez, herpetólogo de amplia trayectoria en Panamá, presenta en su próximo libro un panorama actualizado sobre las serpientes venenosas del país. En esta entrevista ofrece su valoración sobre las especies más relevantes, los riesgos médicos y los vacíos científicos que aún persisten.
🔝 Volver arriba¿Qué significa "importante"? Criterios del profesor
El término “principales” es complejo: desde la toxinología la importancia puede depender de la letalidad, la frecuencia de accidentes, la distribución geográfica o la disponibilidad de antivenenos. Martínez enfatiza que la relevancia es multidimensional y que clasificar especies requiere considerar contexto médico, ecológico y científico.
🔝 Volver arribaLos dos grandes grupos: víboras y corales
En Panamá las serpientes venenosas se agrupan por el mecanismo del veneno: las víboras (veneno hemotóxico) y las corales (veneno neurotóxico). Cada grupo plantea riesgos y tratamientos distintos, por lo que su manejo y estudio médico deben diferenciarse claramente.
🔝 Volver arribaGuía sobre datos interesantes de las serpientes
Corales en Panamá: preocupaciones y especies clave
Panamá alberga 10 especies de corales venenosas. Martínez ha confirmado y ampliado la distribución de varias, y destaca la preocupación por especies cuyo veneno está poco estudiado —lo que podría implicar que los antivenenos importados no neutralicen plenamente sus efectos. Menciona como relevantes a especies poco investigadas y a una coral conocida en inglés como “Panamanian Coral Snake”, la cual presenta dos poblaciones con distinto patrón de coloración y que requiere estudios genéticos para esclarecer su estatus.
🔝 Volver arribaVíboras que generan la mayoría de mordeduras
Según Martínez, tres grupos de víboras concentran la mayoría de los casos de ofidismo en Panamá:
- Bothrops asper — conocida comúnmente como "terciopelo".
- Lachesis spp. — llamadas "verrugoso" o "verrugosa".
- Porthidium spp. — las llamadas "patocas" o "patocos".
En el caso de las corales, la más distribuida y responsable de numerosos accidentes es la referida como Micrurus nigroscintus.
La comarca Ngäbe es uno de los lugares más olvidados del país y no hay centros de salud. Y allí, por lo menos, he escuchado casos de profesores e incluso estudiantes que han sido mordidos.
En el recorrido que he hecho por casi 40 años en el país —independientemente
de que ahora sean comarcas o no— en cualquier provincia donde haya serpientes
venenosas, especialmente en Bocas del Toro, están presentes casi todas las
especies principales de Panamá. En el área de la comarca Ngäbe, como te
mencioné con nombres comunes: X, verrugosa, patoca, bocarac. Hay mucha
bocaracá también, la verdadera.
Experiencia del profesor: mordeduras y reacciones al suero
Martínez relata que ha estado en situaciones de riesgo y que ha sufrido mordeduras de víboras, requiriendo hospitalización. También desarrolló la llamada "enfermedad del suero", una reacción secundaria asociada al antiveneno. Relata además la confusión común con nombres vernáculos (por ejemplo la palabra "bocaracá" usada de forma ambigua en algunas regiones).
Siempre he estado cerca, y además, he sido
mordido. Principalmente por las víboras más venenosas —excluyendo las corales.
He tenido que ser hospitalizado y desarrollé la llamada “enfermedad del suero”,
una reacción secundaria potencialmente letal.
Me mordió la víbora más venenosa del país,
conocida con más de 12 nombres comunes. El más popular es “X” o “terciopelo”.
Muchos en Chiriquí la llaman bocaracá, pero ese término es incorrecto; la
verdadera bocaracá es una especie arborícola que también habita en Panamá y es
la más ampliamente distribuida del grupo.
El año pasado se publicó un libro donde
separaron una población y la llamaron Bothriechis torvus, mientras que
al resto le asignaron Bothriechis nigroaspersus, antes llamada Bothriechis
schlegelii.
Problemas con los datos oficiales
Un problema serio es la falta de datos confiables: el Ministerio de Salud ha mezclado históricamente reportes de mordeduras con incidentes por arañas, avispas o alacranes. Además, Martínez señala la dificultad para acceder a información precisa, y la falta de profesionalismo en algunas respuestas institucionales, lo que complica la investigación y la formulación de políticas de salud pública.
🔝 Volver arribaConclusión
El trabajo del profesor Víctor Martínez subraya la necesidad de fortalecer la toxinología en Panamá: más estudios sobre venenos, mejores registros epidemiológicos y antivenenos comprobados para las especies locales. Su libro promete ser una herramienta clave para profesionales de la salud, conservacionistas y público general.
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